A un año del pacto YPF-Chevron
¿Qué ganamos las mujeres con el boom de
Vaca Muerta?
Los
políticos patronales como Scioli, Macri, Cobos, Massa y Sapag se pasean en
helicóptero por Vaca Muerta mientras hablan del supuesto progreso que traerán
los cuantiosos contratos con las petroleras como la multinacional Chevron, pero
nada dicen sobre las consecuencias que esto traerá sobre las vidas de la
población y de las mujeres en particular. El boom de Vaca Muerta es el boom de
la trata y la prostitución en la
Patagonia.
El Estado como garante y cómplice de las
redes de trata
Ya
en el 2010, antes de que se descubrieran los grandes yacimientos petrolíferos
como Vaca Muerta, el Observatorio Petrolero del Sur (OPS) realizó un estudio
alertando sobre esta situación alarmante para las mujeres. Mercedes Assorati,
coordinadora general del programa Esclavitud Cero, denunció que el problema de
la trata y la prostitución en el sur tiene una raíz histórica que nace junto
con la industria petrolera: la concentración de hombres solos por tiempos
prolongados de tiempo en lugares donde no hay mujeres propició la existencia de
prostíbulos. Un caso paradigmático es el primer prostíbulo que hubo en Plaza
Huincul, que funcionó a mediados de la década del 20’ bajo la tutela de YPF. Es
decir que era el Estado mismo el que garantizaba que hubiera mujeres en estado
de prostitución, constituyéndose así como un Estado proxeneta. Hoy en día, tras
el acuerdo YPF-Chevron, ¿qué hace CFK para terminar con las redes de trata y
prostitución?
Desde
el gobierno dan cifras engañosas de las mujeres que han sido rescatadas a lo
largo de estos años kirchneristas. Aun así los números son alarmantes. Según el
Centro de Atención a la Víctima de Delito (CAVD), en Neuquén entre 2008 y
2013 se rescataron aproximadamente 4.700 personas y se detuvo a 1.600
individuos que participaban de redes delictivas, en el marco de 2.100
allanamientos. Desde Nación además se
jactan de haber hecho una Ley contra la trata que en los hechos no está
reglamentada, cuyas penas contra los tratantes son mínimas y que con la reforma del código civil que
impulsan, quieren volver a modificar en contra de las mujeres. Pretenden que se
retroceda a la Ley
contra la trata anterior a su modificación fechada en diciembre del 2012
–sancionada luego del escandaloso fallo que absolvió a todos los imputados en
el caso Marita Verón-, volviendo a la situación de que la víctima deba aclarar
si presentó consentimiento o no para ser prostituida.
Mientras tanto cientos de funcionarios judiciales,
políticos y policías se ven involucrados en casos de trata y prostitución con
total impunidad. Como es el caso del juez kirchnerista Zaffaroni, dueño de
departamentos que servían de prostíbulos, los intendentes de La Pampa imputados hace un par
de semanas por permitir el establecimiento de prostíbulos en sus ciudades[1], o el reciente caso donde seis policías de Buenos Aires fueron
acusados de violar y prostituir a dos adolescentes. Pero más escandaloso es el
caso denunciado por la
Fundación Alameda , que denunció a Nestor Kirchner en
diciembre del 2012, por considerarlo
cómplice de un Barrio Prostibulario llamado Las Casitas, que funcionó durante
veinte años en terrenos fiscales que pertenecían a la intendencia. Kirchner
siendo intendente firmó convenios con los proxenetas lugareños en 1989.[2] El gobierno kirchnerista no solo entrega nuestros
recursos naturales a las multinacionales sino que también entrega las vidas de
las mujeres y las niñas.
¿Cuánto vale la vida de las mujeres?
Las
redes de trata y prostitución constituyen el segundo negocio ilícito más
rentable después del tráfico de drogas, moviendo más de 32 millones de dólares
anuales, y llevándose la vida de cuatro millones de mujeres al año, según la ONU. En Argentina permanecen
desaparecidas alrededor de 700 mujeres, según Fabiana Túñez, de la ONG La Casa del Encuentro.
También afirma que "Un proxeneta puede comprar una mujer secuestrada en
2.000 ó 3.000 dólares, pero hay subastas de adolescentes y niñas para ver quién
le arranca la virginidad y eso se puede pagar hasta 7.000 dólares”. Bajo un
gobierno que se dice de los derechos humanos, la vida de las mujeres parece no
valer. En las ciudades petroleras de Neuquén, como Añelo, Rincón de los Sauces
y Plaza Huincul, hay más casinos y prostíbulos que hospitales y polideportivos.
En este negocio sucio los proxenetas esclavizan mujeres para explotarlas
sexualmente y así cobrar por su uso, haciendo de las mujeres viles mercancías
para el goce del prostituyente.
Las
víctimas son por lo general de la clase trabajadora, mujeres pobres que son
engañadas con promesas de trabajo falsas, o seducidas por un entregador con
promesas de noviazgo. Muchas son inmigrantes (en su mayoría dominicanas y
paraguayas), pero hay quienes son traídas desde otras provincias. Se ha
comprobado que Neuquén no es ya una provincia solo de paso sino también de
destino de muchas de estas mujeres. En los últimos años las redes de trata,
obedeciendo a la demanda, también han elegido como blanco mujeres de más alto
nivel económico y educativo, como el caso de Marita Verón y Florencia
Pennacchi. Además los métodos de captación también han evolucionado, utilizando
las nuevas tecnologías como las redes sociales y amparándose bajo falsas
identidades en internet.
¿Cómo abordar la lucha contra la trata?
En
Rincón de los Sauces, en julio pasado se aprobó una ordenanza para prohibir los
prostíbulos, así como también whiskerías, casas de masajes, saunas, nights
clubs y otras figuras que suelen aparecer como eufemismos para que el propio
municipio habilite estos locales donde se sabía que se practicaba la
prostitución. Se da luego del escandaloso allanamiento en febrero de este año,
donde, en uno de los tres prostíbulos que se encontraban en pleno centro de la
ciudad y a la vista de todos, hallaron 400 libretas sanitarias de mujeres que
habían sido parte del “staff”, muchas de las cuales luego de un tiempo son
trasladadas a otros prostíbulos. Desde nuestro punto de vista no alcanza solo
con este tipo de leyes que luego los primeros en no cumplirlas son los jueces y
funcionarios patronales. Además hay que organizarse, movilizarse y luchar por
refugios para las mujeres rescatadas, administrados por mujeres organizadas
independientemente. También es necesario que el Estado garantice la salud, la
vivienda, la educación y el trabajo para que las mujeres víctimas de trata o en
situación de prostitución puedan gozar de una vida digna, y forjar una
identidad en las que no se perciban como meras mercancías.
Por
último, si el petróleo se nacionalizara y estuviera bajo gestión de los
trabajadores –como plantea una campaña impulsada por el PTS en el FIT-, la
industria se manejaría de otra forma. No se
dañaría el medio ambiente con métodos como el fracking; la industria
sería respetuosa con nuestros pueblos originarios; la salud de los trabajadores
y sus familias sería un tema de primer orden, destinando parte de las ganancias
a estas necesidades. En el mismo sentido una forma de mejorar su calidad de
vida podría ser a través de la creación de espacios de recreación, como
polideportivos y casas culturales para la juventud estudiantil y para los
trabajadores y las trabajadoras. Con esta lógica se descartaría la creación de
zonas rojas que se han intentado instaurar, por ejemplo, en Comodoro Rivadavia
en el 2012 o en La Plata
durante este año, porque desde una posición abolicionista, la comercialización
con los cuerpos de las mujeres no debería considerarse una forma de recreación,
dado que invisibiliza la violencia que sufren las mujeres en situación de
prostitución.
Las
mujeres debemos organizarnos por todos estos reclamos pero también es necesario
que los trabajadores los tomen en sus manos para poder conquistarlos, para
pelear contra la desigualdad que se profundiza con el boom petrolero. El boom
de Vaca Muerta marca fuertemente dos caminos femeninos: querer ser la mujer de
un petrolero o terminar en situación de prostitución en la ruta petrolera. En
otras palabras, con el boom de Vaca Muerta ganan los empresarios, gana el
capitalismo y también el patriarcado; pero bajo el régimen petrolero, las
mujeres no ganamos nada más que opresión.
[1] Es el caso del intendente de 25 de Mayo, David Edgardo Bravo, imputado por participación
necesaria en el delito de trata de personas. El jefe comunal de Lonquimay, Luis
Enrique Rogers, acusado por la misma razón, en 2009 declaró: “No voy a cerrar
el cabaret, es un lugar de contención para los jóvenes…es un lugar de
esparcimiento para jóvenes y camioneros”. El intendente de Macachín, Jorge
Cabak, y la intendenta de General Acha, Elena García, están sospechados por
“incumplimientos de los deberes de funcionario público” al no denunciar la explotación sexual de personas en sus
localidades.
[2]
Según la ONG , Esclavitud Cero: “A principios de la década del 60
los burdeles estaban desparramados por toda la ciudad de Río Gallegos, en 1964
se agruparon en el Barrio Congreso. En 1979 las trasladaron al barrio Belgrano
hasta que en 1989 el intendente de Río Gallegos, Néstor Kirchner resolvió
radicarlas en terrenos fiscales por 15 años en las manzanas 639 «A» y «B», con
la complicidad de todos los organismos del Estado. A cada proxeneta
se le dio una parcela en comodato para realizar construcciones precarias donde
funcionarían los prostíbulos en terrenos fiscales. A cambio, el municipio les
cobró un “plus” o “canon” para realizar las actividades prostibularias, que
nunca fueron de prostitución autónoma y mucho
menos de cooperativas y siempre se realizaron con regenteo y
proxenetismo como mínimo. Ese plus o canon que reza para la planilla municipal
como tierras fiscales, limpieza y conservación fue de $4077,69 por
año por Casita de Tolerancia o burdel. Durante 20 años, las 36 casitas
prostíbulos que funcionaron en tierras fiscales aportaron al municipio
$2.935.936,68, suma que surge de multiplicar el canon anual de cada
casita por las 36 (a razón de $146.796,84) y multiplicarlo por las
dos décadas que funcionaron hasta la denuncia de la Alameda y el allanamiento
judicial. También se presenta documentación de la Municipalidad de Río Gallegos,
donde consta que el traslado de los prostíbulos del Barrio Belgrano a
donde finalmente se instalaron las Casitas fue planificado y consentido por la
intendencia.”
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